Estad en vela para estar preparados

Domingo, 27 de noviembre de 2022. 1º de Adviento.

Lectura del Evangelio según San Mateo 24,37-44.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

REFLEXIÓN

CUATRO SEMANAS DE ESPERA

Empezamos cuatro largas semanas de espera. Esperar. ¿Queda alguien que sepa esperar sin desesperar? Vivimos en una sociedad de una inmediatez patológica.-Cuatro largas semanas que llamamos Adviento, del latín adventus: “llegada”. Llegar. Otro verbo al que pedimos tantas veces datos concretos: día, hora, medio de transporte,  estación, terminal, datos climáticos, coordenadas GPS, equipaje… ¡Así no!

Se supone que estamos esperando a alguien que va a llegar, que se toma su tiempo  dejando que nos preparemos para que no haya confusiones y, como ya pasó hace mucho, muchísimo, tiempo… “cuando menos lo esperaban, llegó el diluvio y se los llevó a todos”. Nos llegan profetas del consumo, voceros que nos hablan de la magia de este tiempo, frívolos, agoreros inyectando miedos, poderosos asustados de su poder disimulando para que no se les note… y caemos en este circulo.

Cuatro semanas de Camino, paso a paso, con los pies descalzos sobre un desierto de asfalto y tecnologías, pero empeñados en estar atentos a tu Palabra.

Palabra que resuena como cada Adviento: “Estad en vela…” poniendo atención silenciosa, mirada contemplativa y expectación sin ansiedad, porque sabemos que lo que esperamos viene sin la premura acaparante del tiempo del mundo.

En estas cuatro largas o cortas semanas, un suave susurro interior nos espabilará como cada Adviento: “Estad también vosotros preparados porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre”.

Preparémonos ahondando en el mensaje, que no es una amenaza; es una celebración de Vida, llena de aceptación y de compromiso. Habrá visitas, encuentros, sueños y alguna que otra sorpresa.

Sólo entenderán los que se preparen desde la sencillez del corazón para recibir lo inexplicable: Dios hecho Niño.

Adviento es un tiempo de alegre esperanza ante la venida del Señor. Al mismo tiempo que nos preparamos para preparar su primera venida, miramos hacia su última venida en gloria y majestad al fin de los tiempos. En este primer domingo los textos litúrgicos subrayan este segundo aspecto. Nuestra salvación está cerca, nos dice san Pablo, una salvación en el reino eterno de Dios a la que están llamados todos los pueblos (1 Lect). Debemos estar en vela para estar preparados ante la venida del Señor, pues no sabemos el día ni la hora (Ev). Una preparación que nos lleva a dejar las obras del pecado y a vivir la luz del Evangelio.

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