Corpus Christi: Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre

Día 7 de junio, domingo Xº del Tiempo Ordinario.

Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo240px-Carl_Emil_Doepler_Fronleichnamsprozession

Lectura del santo evangelio según san Marcos 14, 12-16. 22-26

El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
– «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?»
Él envió a dos discípulos, diciéndoles:
– «ld a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: «El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?»
Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.»
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo:
– «Tomad, esto es mi cuerpo.»
Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron.
Y les dijo:
– «Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.»
Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.

REFLEXIÓN

Pan y vino para la vida

La Iglesia hace la Eucaristía y la Eucaristía hace a la Iglesia. En este domingo del Cuerpo de Cristo, tenemos una nueva oportunidad para considerar lo que somos y celebramos. La Resurrección del Señor nos sigue llegando, con el ritmo dominica. Dios, ha querido y logrado romper el abismo que mediaba entre nosotros por nuestro pecado. Hoy, el Dios de la Alianza se nos entrega. Llega para alimentar a su pequeño resto, zarandeado y agitado en medio de la historia. Este es el anhelo y el logro de Jesús, el Señor, dar la vida.

Los cristianos no vamos a Misa porque nos sintamos mejores o por una repetición ritual. Es el Espíritu el que suscita en nosotros el deseo de Dios, el hambre del Reino y del Evangelio, de Bienaventuranza y de Paz. “La sangre de Cristo podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo” (Hb 9, 14). Agrada a Dios Padre, quien sabe que vivir es ponerse en manos de Jesús, compartiendo su entrega. Vive quien acoge de todo corazón el ofrecimiento de Jesús. Debiera dolernos más la dejadez y el abandono de la Eucaristía por parte de nosotros, los cristianos, que la de los que viven alejados de Él, que es la auténtica vida.

Tomad, esto es mi cuerpo

El Señor, hecho mendigo, anhela que le respondamos, que le recibamos y que le abramos la puerta. Hoy, que podemos acoger o rechazar la única oferta de vida, que alimenta el alma, que renueva la humanidad. Jesús pide y ofrece, invita y anima: “tomad, esto es mi cuerpo” (Mc 14, 22), me doy a vosotros para convertirme en vuestra vida. Dejadme ser sangre de vuestra sangre, y un Evangelio nuevo brotará sin cesar de vuestro corazón. Sus palabras quedaron selladas en la Cruz, y ahora nos llegan en cada Eucaristía.

Hoy el Cuerpo de Cristo que comulgamos nos vuelve a hacer presente el Misterio del Amor. Hoy la comunión nos devuelve el rostro de nuestros hermanos los pobres, los alejados, los buscadores que aún no han dado con la Vida. Y nosotros nos descubrimos como prolongación de Cristo. La Eucaristía al enseñarnos a vivir y a morir como Jesús, nos convierte en sacerdotes y profetas de la Nueva Alianza. ¿Estamos dispuestos a compartir con los pobres las primicias de ese mundo en el que todos viviremos en comunión por la presencia de Dios?.

Santo Tomás de Aquino, es quien mejor  escribió sobre las verdades de fe en la Eucaristia, sus escritos son altamente teológicos y espirituales, y nos muestran la grandeza de este misterio, y del sacramento de la Eucaristia. Sin ninguna duda, gracias a su profundidad podemos conocer lo que entraña este don, que se hace vida en nosotros, cada vez que participamos de él.

Os dejo algunos textos para su meditación y lectura, para que nos ayuden a comprender un poco, este amor tan grande que ha tenido Dios para con nosotros, pobres pecadores.

“Los inmensos beneficios concedidos por el Señor al pueblo cristiano elevan a éste a una dignidad inestimable. En efecto, no hay ni ha habido nunca una nación que tenga a sus dioses tan cerca de si como nuestro Dios lo está de nos otros (cf. Dt 4, 7). El Hijo único de Dios, en su propósito de hacernos participantes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza y se hizo hombre para divinizar a los hombres. Todo lo que tomó de nosotros lo puso al servicio de nuestra salvación. Porque para nuestra reconciliación, ofreció su cuerpo a Dios Padre sobre el altar de la cruz; derramó su sangre como rescate para rescatamos de nuestra condición de es clavos y purificarnos de todos nuestros pecados por el baño de la regeneración.

Para que permaneciese entre nosotros el continuo recuerdo de tan gran beneficio, dejó a los creyentes su cuerpo como alimento y su sangre como bebida bajo las especies de pan y de vino. ¡Admirable y magnífico festín que nos trae la salvación y contiene la dulzura en plenitud! ¿Es posible encontrar algo más preciado que esta comida en la que se sirve no carne de terneros ni de machos cabrios, sino a Cristo verdadero Dios? ¡Sacramento maravilloso donde el pan y el vino se cambian sustancialmente en el cuerpo y la sangre de Cristo, de tal modo que Cristo, Dios y hombre perfecto, está contenido bajo las humildes especies del pan y del vino!

No existe verdaderamente nada más útil para nuestra salvación que este sacramento en que se purifican los pecados, aumentan las virtudes y se encuentra la abundancia de todos los carismas espirituales. Se ofrece en la Iglesia en provecho de todos, vivos y muertos, porque fue instituido para la salvación de todos los hombres.

Nadie es capaz de expresar como conviene el sabor de este sacramento cuya dulzura espiritual se gusta en la misma fuente. En él se celebra el memorial del amor inconmensurable que Cristo manifestó en su Pasión».

Santo Tomás de Aquino (1225-1274).

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=DCXHCxYQ-fk[/youtube]

Los comentarios están cerrados.