Los fue enviando…

Domingo 12 de julio. XV semana del Tiempo Ordinario

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 7-13

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió:
– «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

REFLEXIÓN

Nos encontramos a Jesús encomendando a sus discípulos la tarea del anuncio de la Buena Noticia. ¿Cuál es el argumento central? Está muy claro: «expulsar espíritus in­mundos», es decir, curar enfermos del cuerpo y de la mente. Y Jesús les da autoridad para «liberar a la gente de esos males», para aliviar sus sufrimientos, para llevar un poco de bien y de felicidad a los que nos rodean. Esa es la gran tarea de los creyentes cristianos de esta hora: «sembrar el bien, acompañar a nuestro prójimo en su dolor y sufrimiento, aliviar sus heridas». Porque hay mucha reconciliación que construir, muchas penas que mitigar, muchas lágrimas que enjugar, muchos desencuentros que sanar. Anunciar la Buena Noticia es proclamar que Dios nos ama con locura y que nos ofrece los hermosos caminos de la libertad, y del bien, sanando nuestras dolencias.

Llamó a los que quiso y se acercaron a él… y comenzó a enviarlos de dos en dos. Es significativo que Marcos recuerde esta soberana libertad de Jesús para elegir a los que él quiso y cuando él quiso. La vocación profética es un impulso que procede del Espíritu y lo da al que él quiere (caso de Amós y de los otros profetas). Jesús acude a su soberana decisión. El apostolado es la vocación más alta y más profunda en la Iglesia. Son los cimientos sobre los que se construye la Iglesia teniendo como roca viva y piedra angular al mismo Cristo Jesús. Nuestro acceso a Dios pasa por la fe y por el testimonio apostólico. Y esa decisión la ha previsto Jesús mismo eligiendo a los que quiso. Ayer como hoy la vocación es una iniciativa generosa y libre de Dios. Y Dios sigue llamando a quienes quiere para realizar la misión. En un mundo, como el nuestro, en que parece que Dios guarda silencio en sus llamadas, es necesario recuperar la seguridad de que Dios sigue llamando a cada uno para la tarea que él le asigne. Hay crisis de respuestas no de vocaciones. Urge despertar, abrir los oídos en cada momento. Todos somos llamados para vivir y experimentar la fe apostólica en medio de nuestro mundo.

El mensaje de la liturgia de hoy se resume en una palabra: «misión». Hemos sido elegidos y enviados…

Los comentarios están cerrados.