Eucaristía de apertura del Jubileo en Roma: «Ve y predica»

EUCARISTÍA DE APERTURA DEL AÑO JUBILAR EN SANTA SABINA (ROMA), 7 DE NOVIEMBRE DE 2015.

Después de años de preparación la Puerta del Jubileo finalmente se ha abierto y la celebración del Octavo Centenario de la Orden ha dado comienzo. Fue una jornada de infinita alegría para la multitud de personas que se habían congregado desde las diversas partes del mundo en el convento y basílica de Santa Sabina para la ocasión.

La Eucaristía fue presidida por el Maestro de la Orden, fray Bruno Cadoré OP. El Maestro estuvo asistido por fray Vivian Boland OP (Vicario de la Orden) y por fray Michael Anthony Perry OFM (Superior General de los Frailes Franciscanos Menores). La multitud de asistentes, que abrumó a los responsables de los preparativos, se componía de miembros de todas las ramas de la Familia Dominicana y amigos de la Orden.

La liturgia contuvo diversos ritos singulares y simbólicos para subrayar la importancia del evento que se estaba desarrollando. Al comienzo se llevó a cabo la simbólica apertura de la centenaria puerta de Santa Sabina por fray Bruno Cadoré OP en nombre de toda la Familia Dominicana; de esta forma se quería significar la apertura del Jubileo. Allí mismo, en el umbral de la puerta, se encendió un gran cirio (a modo de cirio pascual) bellamente decorado con todos los símbolos del Jubileo. Este símbolo nos quería hacer recordar que Nuestro Padre Santo Domingo siempre ha sido asociado a la luz, conociéndosele como «Luz de la Iglesia» (Lumen Ecclesiae).

Comenzamos así este momento de conversión y de gracia con el objetivo de reavivar esta luz como signo de nuestro compromiso personal y comunitario con Santo Domingo y la misión que nos encomendó. La luz fue procesionada acompañada de representantes de toda la Familia Dominicana. Todos caminamos como una familia que lleva 800 años peregrinando como miembros de la Iglesia en vía hacia la segura Esperanza escatológica. Una reliquia de Santo Domingo, su breviario y un icono de la Virgen también fueron llevados en la procesión. De esta forma entramos en el Año Jubilar, con toda nuestra heredad y con toda nuestra tradición.

No puede haber mayor acción de gracias a Dios por los 800 años de la Orden que la celebración de la Eucaristía. Durante el ofertorio las  monjas de vida contemplativa llevaron cestas con rosarios que fueron bendecidos por el Maestro de la Orden. Dichos rosarios se usarán para un peregrinaje del rosario a través de 202 monasterios de la Orden. Allí tuvo la dicha y la gracia de estar una hermana de nuestra comunidad: sor Inmaculada Serrano, miembro de la Comisión Internacional de Monjas de la Orden, representando a la Federación de Nuestra Señora del Rosario, de la zona sur de España.

Rosarios

Tras la comunión se entonó el Te Deum como canto de acción de gracias a Dios. Los fieles se pusieron en pie con sus velas encendidas mientras se apagaban las luces del templo. Este fue un verdadero deleite para los sentidos. También se cantó con las luces en las manos la Salve Regina y el O Lumen.

La Eucaristía no finalizó con las palabras rituales «Podéis ir en paz…» porque la ceremonia (el Jubileo) no ha terminado sino que apenas ha dado comienzo y nosotros (los dominicos) hemos sido enviados una vez más a predicar.

Tras la Eucaristía los asistentes fueron invitados a compartir un refrigerio en el claustro del convento y asistir a un concierto de órgano acompañado de imágenes proyectadas. La sensación de alegría y comunión era palpable en el ambiente, saludándose y abrazándose entre ellos todos los presentes.

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