Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor, 17 de abril de 2022.
Lectura del sevangelio según san Juan (20,1-9).
EL primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Todos los evangelios nos cuentan dos momentos sucesivos de la resurrección: el sepulcro vacío con los lienzos, y los encuentros con el resucitado. Los dos evangelios que leemos en las misas de hoy (vigilia y día) narran el primer momento del sepulcro vacío. En los domingos siguientes iremos leyendo los encuentros con Jesús resucitado.
Todo comienza cuando las mujeres van al sepulcro y se lo encuentran vacío. En el evangelio de hoy María Magdalena va al sepulcro y lo encuentra abierto y vacío, salió corriendo y fue a decírselo a Pedro y a Juan, que se acercan al sepulcro corriendo siguiendo la noticia de María Magdalena. San Pedro es el primero y principal de los apóstoles, y por eso, aunque el otro discípulo llega antes, espera a Pedro, para que sea el primero en entrar. Pero quien primero vio y creyó fue el otro discípulo, el que da testimonio en este evangelio de San Juan. ¿Qué vio este discípulo para creer? Vio el sepulcro vacío y los lienzos en el suelo, y eso le bastó para empezar a creer en la resurrección tal como Jesús la había anunciado. Después llegarán diversos encuentros con Jesús resucitado en Jerusalén y en Galilea.
Este primer momento del sepulcro vacío y sin todavía encontrarse con el resucitado es un momento de fe. No podemos olvidar que Jesús les había anunciado varias veces su muerte y resurrección como cumplimiento de las Escrituras. Ellos, desde la fe, comenzaron a recordar y a relacionar las palabras de Jesús con todo lo acontecido. Y volvieron a la comunidad, en donde compartían las noticias que llegaban, oraban, y recordaban una y otra vez todo lo que Jesús les había dicho. Y cuando se fueron encontrando con Jesús, en el cenáculo, y en otros lugares, comenzó la misión de anunciar lo que habían visto y creído. Es lo que encontramos en la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles. La fuerza y el empuje de la primera predicación cristiana, lo que hizo que aquellos hombres y mujeres superaran sus miedos, fue el encuentro con Jesús resucitado, el Cristo, el Señor; y por él daban testimonio en condiciones adversas, por él viajaban a donde hiciera falta en condiciones difíciles, y por él muchos dieron la vida como mártires.
Nuestra vida está llena de encuentros con el Señor en tantas situaciones concretas y con tantas personas con las que nos encontramos, lo importante es estar alerta, despiertos para que estos encuentros no pasen desapercibidos, sino que sepamos vivir de la alegría del encuentro con Jesús cada día y a cada momento, para que a la vez seamos testigos de su amor.