Curó a muchos enfermos de diversos males.

Domingo 8 de febrero. V del Tiempo Ordinario.

Lectura de  santo evangelio según san Marcos 1,29-39

Curó a muchos enfermos de diversos males.

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Símón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.

Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:

– «Todo el mundo te busca.»

Él les respondió:

– «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»

Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

Palabra del Señor

Oración introductoria

Jesús, Tú si sabías darle el lugar que le corresponde a tu Padre en tu vida. Ni los milagros, ni la atención a tus discípulos te hacían olvidar lo fundamental: la oración. Permite que yo sepa vivir tu estilo de vida, quiero enamorarme más de Ti en esta oración para poder ser fiel a mi vida de oración y, así, convertirme en un propagador de tu amor entre todos los hombres.

Petición

Señor, ayúdame a orar y a dialogar con tu Padre como Tú lo hacías.

Meditación del Papa Francisco

Muchas veces escuchamos decir a las personas que no saben en quien confiar: “¡Confíate en las manos de Dios!”. Esto es bello porque allí estamos seguros: es la máxima seguridad, porque es la seguridad de nuestro Padre que nos quiere mucho. Las manos de Dios también nos curan de nuestras enfermedades espirituales.

Pensemos en las manos de Jesús, cuando tocaba a los enfermos y los curaba… son las manos de Dios: ¡Nos curan! ¡No me imagino a Dios dándonos una bofetada! No me lo imagino. Reprendiéndonos sí me lo imagino, porque lo hace. Pero nunca, nunca nos hiere. ¡Nunca! Nos acaricia. También cuando nos reprende lo hace con una caricia porque es Padre. ‘Las almas de los justos están en las manos de Dios’. Pensemos en las manos de Dios, que nos ha creado como un artesano, que nos ha dado la salud eterna. Son manos llagadas y nos acompañan en el camino de la vida. Confiémonos en las manos de Dios, como un niño se confía en las manos de su papá. ¡Esas son manos seguras!

Reflexión

Jesús nunca se ha cansado de servir a los hombres. Hoy aún sigue siendo el hombre más servidor de todos. Él mismo nos lo dijo: «no he venido a ser servido, sino a servir». Pero de vez en cuando Él buscaba momentos de tranquilidad al lado de sus discípulos. Hoy es uno de esos días.

Han llegado a la casa de Simón, y encuentra a la suegra de éste enferma. Jesús, no sabiendo cómo no salvar un alma más en ese día, la toma de la mano y la cura. Parece que Dios, hecho hombre para servir no quiera hacer otra cosa. Él todo poderoso; Él conocedor de los sufrimientos humanos; Él que tanto ha amado al mundo, ¿se iba a quedar tranquilo viendo a los hombres perderse? No, hay que salvarlos a toda costa. Por eso allí está, sirviendo en los momentos de mayor intimidad con sus discípulos. La suegra aprendió muy bien la lección de ese día: «En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles». ¿Cuántas lecciones tenemos que sacar de este pequeño acto de donación? Se dice que arrastra más un ejemplo que muchas palabras. Aquí lo tienen. El ejemplo está claro: Cristo, servidor de los hombres para salvarlos.

Aunque haya pasado toda una tarde de enseñanzas con sus discípulos, Él al atardecer sirvió a los demás, para darles la Vida y que la tuvieran en abundancia. No sólo actuó en ese pueblo, sino que su amor se extendió, durante su vida terrena, a los judíos, pero ahora sigue haciendo el bien, a través de un ejemplo de uno de sus consagrados, a través de la oración abnegada de todos los días de una madre de familia, o la sencillez de corazón de un jovencito que hace un acto de amor para con el viejito que está cruzando la calle. El actúa hoy de muchas formas en el mundo, principalmente a través de la oración.

Propósito

Oración confiada para no dejar que la duda o la angustia me domine cuando surjan los problemas de la vida.

Diálogo con Cristo

¡Cuánto me enseña este pasaje del Evangelio! Ahora comprendo la importancia de la oración y el cómo vivir los acontecimientos difíciles de la vida: con paciencia, ánimo y esperanza. Gracias, Señor, por llevarme de tu mano y permite que, al igual que la suegra de Pedro, me ponga a servir a los demás. Dame la gracia de identificarme contigo para pensar como Tú, sentir como Tú, amar como Tú y vivir como Tú.

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