Santísima Trinidad. Bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

Día 31 de mayo, domingo IXº del Tiempo Ordinario. Solemnidad de la Stma. Trinidad.

Lectura del santo evangelio según san Mateo, 28, 16-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les habla indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
– «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

REFLEXIÓN

El amor hace posible lo aparentemente increíble, funde lo humano y lo divino y, a Dios mismo, siendo tres personas tan distintas nos lo presenta único, irrepetible, indivisible. Siempre será misterio pero, en el amor, podremos encontrar pistas para hacer más comprensible esta gran Solemnidad que celebramos de la Santísima Trinidad: ¡Dios es amor y, en esa casa que es el amor, habitan tres personas!

1.- Tal vez es uno de los Misterios más impresionantes, impactantes y bonitos de nuestra fe cristiana. Sentimos, la presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu, desde el momento de nuestro Bautismo, cada vez que entramos en un templo. Nada, de la Santísima Trinidad, nos es indiferente: nacimos a la fe en su nombre y, en su nombre, quisiéramos marcharnos de este mundo. Poco nos importa que, nuestro Dios, sea “tres y uno a la vez”. Creemos, nos quedamos admirados, aprendemos la gran verdad que hay de fondo (el amor trinitario) y seguimos avanzando, viviendo, amando, progresando implorando su protección.

2.- ¿Qué es el Misterio de la Trinidad? Preguntaba un niño en cierta ocasión. No te diré como se descifra, eso sí, te diré que se sostiene en el amor, que por amor conviven y que por amor se desviven. Lo que les une a las tres personas es precisamente eso: el Dios amor (I Jn 4,8). Hoy al celebrar la Santísima Trinidad contemplamos asombrados el inmenso amor (gratuito, generoso, bello, radiante, puro y desinteresado) que destella esta gran familia. Porque, la Trinidad, es eso: familia que comparte, siente, piensa y vive lo mismo. Orientadas, las tres personas, a la salvación de la humanidad. Volcadas de lleno, las tres personas, al servicio del hombre. No descifraremos este Misterio pero, al acercarnos hasta él, se intuye el aroma que desprenden y el secreto que encierran: el amor habita en el corazón trinitario.

Tenemos que dar a conocer, a los demás, el amor que Dios nos tiene. Se echan en falta, y muy especialmente en el mundo católico, gestos que denoten nuestra pertenencia a la Iglesia, nuestro afecto por las cosas de Dios, la síntesis de nuestra fidelidad al Padre cada vez que hacemos la señal de la cruz: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Porque, si de la abundancia del corazón, hablan nuestros labios ¿no deberían también verse un poco más y hablar un poco más nuestros gestos cristianos? ¿O es que, tal vez, no tenemos claro el gigantesco amor que Dios nos tiene en el Padre, el Hijo o el Espíritu?.

Vivamos en plenitud el amor Trinitario que habita dentro de nosotros.

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