La visita de la Virgen del Consuelo

LA VIRGEN DEL CONSUELO EN NUESTRO MONASTERIO

La Virgen del Consuelo nos ha visitado en este mes de mayo 2017, el mes de María nuestra Madre. Está feliz la comunidad de poder tenerla con nosotras. Es peculiar esta advocación aquí en La Solana. La Virgen de Peñarroya que es  la patrona, sólo permanece con nosotros algo más de cuatro meses, entre septiembre y enero, pero la Madre del Consuelo suple esta ausencia.

En realidad, las madres siempre están en todo momento, cuando se necesita y cuando se piensa que su presencia no es tan necesaria. La Virgen María visita, está con nosotros siempre y se hace presente de una manera especial en los acontecimientos más importantes de nuestra vida. Nos basta acercarnos a ella, mirarla a los ojos y dirigirle una palabra atenta y cercana, aun cuando estemos angustiados o llenos de preocupaciones.

Aquí desde 1850 se dejó ver y llamar Madre del Consuelo. Hermoso título para una madre, y más para nosotros sus hijos. Ella es nuestro verdadero consuelo y refugio, su entrega callada y sumisa a los planes salvíficos de Dios, nos anima, al menos a mí me estimula a seguir sus pasos buscando en todo momento la voluntad de Dios, lo que en verdad le agrada. Nuestra vida de fe será otra cosa si la tomamos como modelo, a Ella no le importó aceptar el plan de Dios, aun cuando pareciera algo imposible. Si por algo fue grande María fue por su fidelidad y disponibilidad,  porque supo decir SI a Dios, por eso fue grande a los ojos de Dios, aunque su fidelidad le hizo ser grande a todos los niveles.

La fiesta de la Virgen del Consuelo en La Solana, se celebra el día 25 de mayo, para que disfrutéis con nosotras, os dejo aquí su historia, tomada de la pág de nuestra parroquia, y que podréis ampliar si queréis en el siguiente enlace:

Historia de la Virgen del Consuelo de La Solana

Estoy segura que os ayuda a reflexionar y a mirar a María desde esta perspectiva con la que se nos ofrece: Consuelo para nuestra vida…

LA VIRGEN DEL CONSUELO

HISTORIA DE UNA APARICIÓN

El pueblo de La Solana (Ciudad Real) vivió, prodigiosamente, una historia que ocurrió el año 1850, un día 25 del mes de Mayo. Por entonces sólo había una Iglesia parroquial en el pueblo:; más abajo existía un Convento de Religiosos Trinitarios que guardaban la figura de Jesús Rescatado. Pero, en la Plaza Mayor, como corazón que señala, se levantaba una Iglesia con esbelta torre y varias capillas, dedicada a Santa Catalina, virgen y mártir. Hermosísima en su construcción que se realizó entre los siglos XV al XVII, sobre un antiguo asentamiento de la fortaleza solanera. Al entrar en el interior del templo siempre se encontraba uno , con la mirada absorta, el impresionante retablo que se construyó a finales del siglo XVI y principios del XVII por Luis de Vellorino y Juan Ruiz Delvira y que, con sus imágenes y sus cuadros, nos recordaban la vida de la Virgen al lado de su Hijo Jesucristo. Aquí, en este templo, más concretamente en la capilla de San Ildefonso, se produjo el hecho que ahora vamos a contarles:

LA APARICION DE LA VIRGEN

Muy de mañana, la joven María Antonia acudía a la Iglesia de Santa Catalina a orar a la Virgen de los Dolores que estaba en la capilla de San Ildefonso, allí la miraba y meditaba su soledad. Un día, estando en meditación delante la Virgen , de pronto, la vio pasar por delante de ella, hermosísima, con una velocidad tal que era imposible describirla. María Antonia se quedó aturdida. Pero volvió a repetírse la aparición de la Virgen. de esta forma, en varias ocasiones, y siempre en sábado. Pero un 25 de Mayo, la Virgen dejó su paso veloz y se detuvo ante la joven. Mucho rato estuvieron hablando las dos, y al final del encuentro, la Virgen le pidió a María Antonia que hiciera una estampa con su imagen según le dijera y que la llamara, desde ahora, Madre del Consuelo, porque a ella acudían los afligidos a los que siempre consolaba.

Esta joven se llamaba María Antonia García Parra Naranjo. Sus padres eran Antonio y María Dionisia, y nació y vivió en la popular calle Ancha, en el barrio de El Santo. Se quedó muy pronto sin padres, y al ser hija única, tuvo que trabajar para poder subsistir. Se hizo panadera y en su casa cocía el pan que luego, a cambio de unas monedas, vendía a los vecinos. Cuenta la tradición oral que, en una ocasión, la Virgen dijo a María Antonia, preocupada por perder el pan de ese día, que estaba en el fuego, que no pasaría nada porque el pan lo había ya sacado ella del horno.

Pues a esta joven piadosa, con profunda fe popular, que frecuentaba la Iglesia para sus rezos y ayudaba a los pobres que lo necesitaban. Un 25 de mayo, como hemos dicho, en medio de resplandores, se apareció la Virgen del Consuelo con su Niño en brazos, mostrando su corazón, y acompañados del ángel Adelín.

María Antonia escribió: “En mi pena consuelo buscando tus dolores, María, contemplo, de mi villa Solana en su templo, donde mi alma se goza sin fin; veinticinco de mayo fue el día en el mil ochocientos cincuenta, y ese cuadro a mi vista presenta con María, Jesús y Adelín”. A los pocos días, el cura confesor de María Antonia, D. Eusebio María Morales, escribió una novena a la Virgen -que también lo había pedido la Señora- así como todo lo acontecido en estos días para que no se olvidara en la historia.

El 8 de junio del mismo año, se volvió a aparecer la Virgen , ahora, rodeada de un inmenso jardín y volviendo a recordar que se debía de hacer una estampa con su imagen. Ese día la Virgen iba derramando flores menuditas sobre el suelo, anunciando las gracias que iba a hacer a España.

A partir de ese momento, hechos prodigiosos empezaron a ocurrir en el pueblo: un militar fue curado cuando María Antonia pidió por él a la Virgen del Consuelo… o la historia de la joven señora con fuertes dolores que se encomienda a la Virgen del Consuelo y desaparecen todos sus males. Y en aquella ocasión, cuando vinieron varias señoras de Manzanares para conocer a María Antonia e invitarla a ir a su pueblo; en el camino, dudando de la aparición, ésta le muestra que es verdad a través de una avutarda que coge con sus manos.

El sacerdote que escuchó y creyó la historia de María Antonia, Don Eusebio María, dejó escrito cómo debían dibujar a la Virgen en la estampa, según había dicho la Virgen del Consuelo a María Antonia: «De cuerpo entero, sobre una nube, un vestido fino, blanco y alegre, largo y será cerrado a la garganta, y un manto igual que el color del vestido que penderá de la cabeza. La punta izquierda del manto estará sobre el brazo derecho de la Señora ; como a su mitad estará sentado el Niño que tendrá unas lagrimitas en sus ojos, llaguitas en sus manos, heridito el corazón, saliendo de él bastante sangre. Sus manos en acción de abrirse al pecho para enseñar su corazón».

Este cuadro, ya acabado, lo vieron muchas personas. Estaba colocado en la capilla de la Parroquia de Santa Catalina, que se conoce con el nombre de San Ildefonso, en el mismo lugar donde unos meses antes se había vivido el acontecimiento que estamos recordando.

Unas semanas después se encarga la estampa con la novena de la Virgen en Madrid; pensaron hacer muchas copias, pero por unos problemas y otros, esta impresión no se acabó hasta el 3 de junio del 1851, un año después. Luego de distribuir las estampas por todos los sitios, y como la devoción era tan grande, se encargó una imagen de la Virgen del Consuelo con los mismos detalles que ella había pedido para su estampa.

Poco a poco la devoción hacia la Virgen del Consuelo fue en aumento.

LA IMAGEN DE LA VIRGEN DEL CONSUELO

El 10 de agosto llegaba la imagen de la Virgen del Consuelo a la estación de Alcázar de San Juan y el día 12 a La Solana. Su escultor fue Don Salvador Páramo y fue costeada por la señora Concepción Bustillo y Mena, que quiso dejar esta herencia a La Solana por ser el lugar que la Virgen había elegido para presentarse y comunicar al mundo su amor. Mientras tanto, en Daimiel preparaban el retablo encargado por la misma señora, que acogería la imagen. El artista del retablo era Manuel Martín Gil.

Al llegar la imagen se llevó al Convento de las Madres Dominicas para que terminaran sus vestidos y le pusieran la corona. Tres meses tardaron en esta misión. Por fin, el 13 de noviembre de 1855, la imagen de Nuestra Señora del Consuelo salía preciosa del Convento de las Madres Dominicas para ir a la Parroquia. Fue una procesión extraordinaria con la banda de música de Manzanares; se voltearon las campanas y las personas llenaban las calles….

La procesión acabó en la nave de la Iglesia donde estuvo hasta el domingo 28 de diciembre. Después de celebrarse una solemne función religiosa se trasladó a la Virgen del Consuelo a la capilla de San Ildefonso, donde se apareció, y se colocó en el hermoso retablo fabricado en Daimiel. En lo alto del retablo también se colocó el cuadro inicial de la Virgen del Consuelo del que se habían sacado las estampas para la devoción popular.

SOR MARIA ANTONIA DE JESÚS

María Antonia García Parra, después de lograr ver a la Virgen del Consuelo en el cuadro que luego se sustituyó por una imagen, se retiró del mundo y se hizo pobre, obediente y humilde, ingresando en las Religiosas Concepcionistas de Manzanares, tomando el nombre de Sor María Antonia de Jesús. En muchas ocasiones María Antonia había visitado a la Virgen de los Dolores para meditar su soledad, ahora, ella, sería la compañera de la Virgen y estaría toda su vida con ella. Nada tenía sentido sino no era abandonarlo todo por aquélla que, con su Sí, cambió la humanidad. Por eso, Sor Maria Antonia, se dedicó a rezar y a escribir versos místicos que salían de su corazón y manaban amor. Así decía:

¿Cómo explicar podré yo

la grandeza y el poder

de mi Dios, que me dio el ser,

y al que tengo en posesión?

Es tan estrecha la unión

de mi Jesús, este día,

tanto, que dice: María,

es tuyo mi corazón.

Yo muriera ciertamente

en esta misma ocasión

si no alargara mi vida

el que está en mi corazón.

Venga ya la dulce muerte

y en tu pecho colocada,

como firme enamorada,

vuele al cielo dulcemente.

¡Qué feliz será mi suerte

estando en tu compañía!:

¡Oh Jesús del alma mía,

que venga pronto la muerte!.

Mira que muero por verte:

venzan ya la porfía,

¡oh Jesús del alma mía!,

y venga presto la muerte.

Cúmplase ya la palabra

que me distes aquel día,

que en tu pecho colocada

al cielo me llevarías.

Venga ya la dulce muerte,

mi Jesús y Dueño amado,

que en caso tan apretado

no puedo vivir sin verte.

Años más tarde, no se sabe cuándo, moriría siendo aún muy joven.

Los años siguientes a la desaparición de Maria Antonia todo siguió igual y mucha gente visitaba el lugar de la Aparición de la Virgen , incluso desde las Indias; su patriarca, D. Antonio de Posadas Rubín, o el Arzobispo de Toledo Don Juan José Benet y Orbe y el mismo Monseñor Brunelli, nuncio de su Santidad en España, otorgaron indulgencias a aquellas personas que oraran a la Virgen del Consuelo de La Solana.

Y el sacerdote solanero don Juan Alfonso López de la Osa, natural de La Solana, gran enamorado de la Virgen del Consuelo, recoge toda esta historia en dos libros que escribió en 1913 sobre la vida de Sor María Antonia de Jesús titulados: “La Virgen del Consuelo” y “Un capullo que se abre”. Gracias a él y a su familia hoy tenemos la vida y la historia de la Virgen.

DESAPARECE LA IMAGEN DE LA VIRGEN DEL CONSUELO

Pero un triste acontecimiento ocurrió en julio del año 1936. Una guerra de locos llega a nuestro país, hermanos matan a los hermanos, vecinos odian a sus vecinos, familias se rompen por un enfrentamiento que nace de la forma de pensar y ser. Una barbarie que nunca debió existir y, que de un modo especial, se hace virulenta con la Iglesia y los cristianos. Aquí, en el pueblo de La Solana también llega la guerra de un modo violento y destruyen la Iglesia del Cristo del Amor, y queman el Convento de los Trinitarios y en Convento de las Monjas de Clausura se convierte en cárcel para los presos. La Iglesia de Santa Catalina es arrasada: el retablo del altar, el chapitel de la Torre , el despacho de la sacristía y todas las imágenes de Cristo, de la Virgen y de los Santos… todo desaparecen. Nada quedó nada de la Virgen del Consuelo.

Días después de la quema de la Iglesia , el nuevo alcalde fue a ver los escombros y rebuscando entre aquella ruina, con la luz de una lamparilla, creyó ver de pronto unos ojos fijos en él. Se sintió lleno de pavor y huyó de allí, pero reaccionando, volvió al mismo lugar, encontrando el Divino Niño, que parecía mirarle, brillándole dos lagrimitas que caían de sus mejillas.

Lo recogió, llevándolo con gran cuidado a la sala de actos del Ayuntamiento, colocándolo en una repisa y diciendo – mandando más bien – que fuera respetado este Niño por ser el que «se había aparecido a María Antonia». El alcalde se llamaba Gregorio Salcedo Velasco, es un personaje clave en la historia de la Virgen del Consuelo, hizo mucho bien al recoger y guardar la Imagen del Niño y al proteger a un grupo de Hermanitas de Ancianos Desamparados que huían de los pavores de la guerra.

DE NUEVO LLEGA LA IMAGEN DE LA VIRGEN DEL CONSUELO

Durante la contienda civil, el sacerdote solanero Don Patricio Martín-Albo Velasco, permaneció protegido en Manzanares, manteniendo en secreto su condición. Al acabar la guerra regresa a su pueblo y, a la espera de que se organizara la diócesis y recibiera un nuevo destino, reside en la calle Don Rodrigo y colabora con la Parroquia de Santa Catalina en la administración de sacramentos y en su restauración hasta que es destinado al pueblo vecino de San Carlos del Valle. Don Patricio es importante en esta historia porque recibió el Niño Jesús de la Virgen del Consuelo que mantenía en su poder el Ayuntamiento solanero, gracias al alcalde republicano, Gregorio Salcedo Velasco, que lo guardó, y que también perdió su vida como consecuencia de este enfrentamiento de hermanos.

Por su parte, un grupo de vecinos empieza a reconstruir la Iglesia, lo mismo que la Capilla de San Ildefonso; y gracias a la colaboración de las hermanas Manuela y Encarna López de la Osa Posadas se adquirió una nueva imagen de la Virgen del Consuelo con las mismas características que la primera. Costó 1.400 pesetas, y el encargado de hacer los trámites de la imagen fue el sacerdote D. Gregorio Bermejo López y en el año 1941 llegó a La Solana la nueva imagen de la Virgen del Consuelo, colocándosele en sus brazos a su Divino Niño que se había salvado de la destrucción.

Desde entonces y hasta ahora, las familias López de la Osa Posadas y sus descendientes, la familia Arroyo López de la Osa, han custodiado la Imagen de la Virgen del Consuelo, han costeado los gastos de mantenimiento y nunca han perdido la devoción hacia la Virgen que, hoy, sigue latiendo en La Solana y desde ahí, desde el mismo lugar donde María Antonia tuvo la visión, en la Capilla de San Ildefonso, sigue enseñándonos su corazón, que de amor sigue sufriendo por todo el dolor del mundo y nos sigue bendiciendo.

RECUPERANDO LA MEMORIA

En septiembre del 2005, reunido el Consejo Parroquial de la Parroquia de Santa Catalina y los sacerdotes, a propuesta de la Coordinadora de Jóvenes, se pide revivir la historia de la Virgen del Consuelo para que no se pierda y hacer que los jóvenes y demás generaciones, que desconocen este hecho, recuperen una memoria histórica, que sin saber por qué, se ha dejado caer en el olvido.

El 1 de diciembre se ponían en marcha todas las actividades en honor de la Virgen del Consuelo, y su párroco, Don Francisco Jiménez, ante los medios de comunicación locales, dice que estos actos son un regalo para la Virgen, al culminar el 150º aniversario de la Proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción de María. Don Candelo López, vicario parroquial, dijo que los sacerdotes de hoy, tienen la misma obligación y con la misma ilusión, que los compañeros pasados tuvieron a la hora de extender el mensaje de la Virgen a Sor Maria Antonia como Don Eusebio María, don Juan Alfonso, don Patricio y don Gregorio; así ahora, don Francisco, Don Candelo y Don Julián, sacerdotes del Señor continúan al servicio de María, en su advocación de de la Virgen del Consuelo, extendiendo la devoción de ella como Madre de los afligidos.

El responsable de todo este quehacer ha sido don Julián Martín que junto a José Antonio Fernández, ha recorrido familias, casas y han leído libros recogiendo datos; han elaborado CDs, cuadernos de dibujos, presentaciones y miles de cosas más para revivir el mensaje de la Virgen a la joven solanera.

Mons. Don Antonio Algora, Obispo de Ciudad Real, y en su nombre, el Vicario General de la Diócesis , Don Miguel Esparza, ha autorizado todos estos actos del siguiente modo: «Hacemos votos para que todas estas actividades redunden en bien espiritual de los fieles de esa parroquia, que, sin duda, verán acrecentada su devoción a la Virgen. Con ella, como Madre, en torno al Señor Resucitado, presente en la Eucaristía, se fortalecerán como cristianos y harán de sus vidas comprometidas en favor de los más necesitados un testimonio atrayente para todos los que los contemplen».

 

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