Año de la Vida Consagrada

Año de la Vida Consagrada

El Santo Padre Francisco ha convocado el Año de la Vida Consagrada 2015, que en España coincide con el Año Jubilar Teresiano; es un precioso regalo para la Iglesia, a la vez que una gran oportunidad deevangelizaciónpapa-francisco

El 31 de enero de 2014, el Cardenal Prefecto de la Congregación para la Vida Consagrada y el Secretario General de la misma, explicaron en rueda de prensa que esta celebración especial ha estado pensada en el contexto del 50 aniversario de la publicación del Decreto Perfectae Caritatis, del Concilio Vaticano II e indicaban los siguientes objetivos de este año dedicado a la vida consagrada:

  1. Dar gracias a Dios por el don de la vida consagrada y especialmente por los cincuenta años de renovación de la misma según las enseñanzas del Concilio.
  2. Abrazar el futuro con esperanza, confiados en el Señor, al cual los consagrados ofrecen toda su vida.
  3. Vivir el presente con pasión, evangelizando la propia vocación y testimoniando al mundo la belleza del seguimiento de Cristo en las múltiples formas en las cuales se expresa la vida consagrada.
  • Profetia: indica el carácter profético de la vida consagrada que se configura “como una forma de especial participación en la función profética de Cristo, comunicada por el Espíritu Santo a todo el Pueblo de Dios” (VC 84). Es posible hablar de un auténtico ministerio profético, que nace de la Palabra y se alimenta de la Palabra de Dios, acogida y vivida en las diversas circunstancias de la vida. La función se explicita en la denuncia valiente, en el anuncio de nuevas “visitas” de Dios y “en el escudriñar nuevos caminos de actuación del Evangelio para la construcción del Reino de Dios” (ib.).
  • Evangelium: indica la norma fundamental de la vida consagrada que es la «sequela Christi tal y como la propone el Evangelio” (PC 2a). Primero como «memoria viviente del modo de actuar y de existir de Jesús” (VC 22), después como sabiduría de vida en la luz de los múltiples consejos que el Maestro propone a los discípulos (cfr LG 42). El Evangelio da sabiduría orientadora y gozo (EG 1).
  • Spes: recuerda el cumplimiento último del misterio cristiano. Vivimos en tiempos de extendidas incertidumbres y de escasez de proyectos de amplio horizonte: la esperanza muestra su fragilidad cultural y social, el horizonte es oscuro porque “parece haberse perdido el rastro de Dios” (VC 85). La vida consagrada tiene una permanente proyección escatológica: testimonia en la historia que toda esperanza tendrá la acogida definitiva y convierte la espera “en misión para que el Reino se haga presente ya ahora” (VC 27). Signo de esperanza, la vida consagrada se hace cercanía y misericordia, parábola de futuro y libertad de toda idolatría.

Esta única iniciativa conjunta tendrá carácter celebrativo, formativo y festivo, acogiendo y proponiendo en su forma y fondo las líneas maestras que se han señalado para el Año de la Vida Consagrada: la memoria agradecida, gratitud que proviene de una historia de llamada y conversión en el seguimiento de Cristo que marca nuestras vidas e institutos; el amor apasionado y apasionante de vivir por Él —por su fuerza en nuestra debilidad—, con Él en lo cotidiano de la existencia y en Él que nos va purificando y configurando; y la esperanza gozosa de ser enviados de nuevo, como discípulos y testigos, con el tesoro de la Palabra, el alimento de su Cuerpo y el ungüento de la misericordia.

Se trata de un importante momento de comunión eclesial, en el que estamos invitados a participar la vida consagrada y todas aquellas personas que deseen acompañarnos en esta conmemoración tan especial y significativa.

Los religiosos estamos llamados a realizar los sueños del Papa Francisco. Siendo él quien ha decidido celebrar este año de vida consagrada, habrá que secundar estos objetivos a la luz de su “visión” de Pastor para la Iglesia, Pueblo de Dios. El Papa Francisco se muestra alegre y repite: “Quería deciros una palabra, y la palabra era alegría”.

Sueña con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. Los mensajes recibidos en este año de pontificado delinean una trayectoria muy clara a seguir. Llama a la puerta del corazón. Usa un lenguaje y expresa un estilo de relación de proximidad. Toca las fibras más profundas de nuestra vida. Sueña con una Iglesia habitada por el Espíritu, fiel seguidora de Jesús, interiorizada y abierta a la vez. Desde su primera intervención ante los Cardenales, habló de la Iglesia que camina, que edifica y que confiesa. Piensa en una Iglesia que responde al amor primero y, por eso, se involucra, acompaña, fructifica y festeja.

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